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septiembre 10 de 2019
La ANDI, motor del desarrollo empresarial del país

Desde su creación, la ANDI ha participado en la vida económica, política y social del país trabajando activamente en la orientación de la política económica e industrial, a través de sus investigaciones y su amplio conocimiento de la industria nacional.

Luego de varios intentos por contar con una voz de peso que representara los intereses del empresariado colombiano y en un contexto en donde el mundo apenas estaba saliendo de la Segunda Guerra Mundial, nace la Asociación Nacional de Empresarios de Colombia (ANDI), una agremiación sin ánimo de lucro, independiente del Estado, que por 75 años ha trabajado por mejorar la competitividad de los diferentes sectores de la economía nacional.

Su creación se dio en 1944, en Medellín, luego de una visita que realizó el presidente Alfonso López Pumarejo a un grupo de empresas de la ciudad, en la que el mandatario manifestó el gran interés de su gobierno por contar con un interlocutor válido, un único vocero que representara los intereses del empresariado colombiano, lo cual contribuiría enormemente al trabajo con el sector y al impulso de la industria local.

La propuesta del presidente López Pumarejo, que halló eco entre los industriales, ya se venía gestando años atrás. En los años 30 y 40 se habían realizado algunos esfuerzos previos por parte de los empresarios y también del gobierno, que dieron origen a otras organizaciones que buscaban fomentar el desarrollo industrial, pero que se disolvieron porque no llenaron las expectativas de los industriales.

Acogiendo la idea de la primera autoridad del país, el entonces gerente de la Compañía Colombiana de Tabaco, Cipriano Restrepo Jaramillo, en alianza con otros líderes de Medellín y Bogotá se pusieron manos a la obra y buscaron crear un gremio nacional que representara los intereses de los industriales, con independencia de los poderes públicos.

Luego de estas gestiones surgiría la ANDI, cuya acta de constitución se firmó de manera coordinada el 11 de septiembre de 1944 en Medellín y el 13 de septiembre del mismo año en Bogotá.

La creación de la agremiación se dio en un periodo que no era muy favorable para la economía nacional en su conjunto; sin embargo, el ritmo de crecimiento que la industria manufacturera mostraba para la época era de un gran dinamismo.

Fueron 26 empresas las que respaldaron la conformación de la ANDI, de las cuales hacían parte la Compañía Colombiana de Tabaco, la Compañía de Cemento Argos, Arrocera Central, Coltejer, Cervecería Unión, Compañía de Tejidos Santafé, Compañía Nacional de Chocolates, Confecciones Colombia, Empresa Siderúrgica S.A., Fatelares, Calcetería Pepalfa, Naviera Colombiana y Gaseosas Posada Tobón, entre otras, siendo Antioquia la primera sede del gremio.

Un nuevo modelo económico

En los inicios de la ANDI, Colombia contaba con una industria que estaba buscando la forma de abastecer el mercado interno, para así sustituir las importaciones y tener un mayor fortalecimiento y desarrollo.

Durante las primeras tres décadas del siglo XX, las empresas más grandes del país fueron constituyendo y fomentando la creación de factorías en diferentes ciudades, y ampliando su capacidad productiva, a lo cual también contribuyeron las cuantiosas inversiones realizadas en obras públicas, que favorecieron el desarrollo de la industria nacional.

Se estaba gestando así un sector industrial con cierta tendencia a la especialización, que quería ganar mercados al interior del país. Medellín y el Valle de Aburrá se convirtieron en el principal centro fabril de Colombia, sobresaliendo por su especialización en el ramo textil, el cual había sido el principal renglón de las importaciones colombianas.

Así mismo, en otras ciudades se generaron importantes desarrollos de productos. En Bogotá ganaron terreno la cerveza y el cemento; en Barranquilla, los textiles y molinos de trigo; y Cali sobresalió por el procesamiento de azúcar. A ello se fueron sumando, con sus diferentes productos y especialmente durante la segunda mitad del siglo XX, ciudades como Manizales, Bucaramanga, Pereira, Cartagena e Ibagué.

En esta primera época de la Asociación, que coincide con el fortalecimiento de la industria y la consolidación del gremio, las buenas relaciones con la Presidencia de la República estuvieron favorecidas por los lazos de amistad que había entre el primer mandatario, Mariano Ospina Pérez, y el presidente de la ANDI, José Gutiérrez Gómez.

No obstante, durante la presidencia de Ospina Pérez se dieron los primeros intentos por implantar un impuesto sobre dividendos y utilidades que, aunque no incurría en el doble gravamen, constituía un presagio del impuesto que a partir de 1953 se conocería como la “doble titulación”, el cual gravaba simultáneamente a las sociedades anónimas sobre los dividendos y el patrimonio representado en acciones.

La reforma tributaria que aplicó este gravamen fue la instaurada por el ministro de Hacienda Carlos Villaveces durante la dictadura del general Gustavo Rojas Pinilla, y pese a que sería una de las medidas más cuestionadas por la ANDI a lo largo de su historia, se mantendría por más de 30 años, hasta 1986, cuando se suprimió.

El periodo en el que se conformó la ANDI también estuvo marcado por una agitada situación social y política en el país debido a que los ánimos entre los dos partidos tradicionales, liberal y conservador, se hallaban muy caldeados y el país estaba polarizado entre dos líderes con gran influencia en la opinión pública, como lo fueron Jorge Eliécer Gaitán y Laureano Gómez. En consecuencia, el presidente de la República, consciente de las necesidades apremiantes en esa coyuntura, manifestaría a los industriales de manera muy clara, en septiembre de 1946, la necesidad que tenía el Gobierno de dirimir intereses encontrados.

El clima de tensión e incertidumbre que vivía Colombia se agravaría dos años más tarde, con los sucesos del 9 de abril de 1948, día del Bogotazo, y la grave situación de violencia e inestabilidad política que a partir de esa fecha viviría el país por varios años.

El protagonismo de la industria

A mediados del siglo XX, Colombia se encontraba en plena transformación industrial con el surgimiento de una clase empresarial que contaba con capitales acumulados en otras actividades como el comercio y la agricultura, a lo que se sumaba una clase trabajadora cada vez más calificada y con una participación femenina que comenzaba a visibilizarse.

Es de recordar que años atrás el desarrollo colombiano había corrido fundamentalmente por cuenta de la agricultura y en particular del café. A partir de la posguerra, la industria se convertiría en el eje del desarrollo y jugaría un papel de gran importancia en la generación de empleo urbano y en el ahorro de divisas. Las condiciones para el progreso de las empresas también estarían dadas por el desarrollo urbano y por el surgimiento de las clases medias en la segunda mitad del siglo XX.

En este contexto, la ANDI tendría una labor muy importante para contribuir con el desarrollo social y económico del país. Después de su conformación, el gremio comenzó su expansión hacia otras ciudades distintas a Medellín y Bogotá. Luego de un gran trabajo y durante estas siete décadas, la asociación logró establecer sedes en 17 regiones y conformar 31 cámaras y comités sectoriales, logrando posicionarse como el gremio empresarial más importante de Colombia.

La ANDI y el desarrollo económico

Desde sus inicios, la ANDI ha brindado acompañamiento al país en la toma de decisiones en pro de la productividad, el empleo y el desarrollo empresarial. En la época en que se crea la agremiación, el Estado tenía poca experiencia en el manejo de políticas económicas para regular las relaciones del país en el comercio internacional, para negociar tratados comerciales o para establecer los niveles apropiados de protección arancelaria de cada renglón específico de productos.

En aquella época, el Estado colombiano, al no contar con la capacidad técnica indispensable, requería de acompañamiento para estudiar y diseñar la gama de complejas medidas y estudios especializados que demandaba un proceso de industrialización que era nuevo para país. Así mismo, la Comisión Económica para América Latina (CEPAL) y un grupo de economistas liderados por Raúl Prebisch consideraron que la única manera para salir del atraso y del subdesarrollo en Latinoamérica consistía en realizar un esfuerzo continuo para lograr la industrialización e impulsar la llamada sustitución progresiva de importaciones. En consecuencia, el Estado debía servir de escudo protector a la industria nacional a través de una activa política de protección arancelaria que interpusiera barreras a la entrada de aquellos productos que se producían localmente.

Así, en esta primera etapa, la ANDI contribuyó activamente con sus estudios y criterios a orientar diversos aspectos de la política económica e industrial, labor que ha continuado a lo largo de toda su historia.

La gran capacidad de la agremiación para aportar con su conocimiento al progreso del país hizo que el gobierno decidiera que, entre sus comisionados para la discusión y renegociación del tratado comercial de 1935, realizada en 1949 en Estados Unidos, se escogieran líderes de la ANDI, encabezados por el Presidente de la Asociación, José Gutiérrez Gómez, y por Gonzalo Restrepo Jaramillo.

El Convenio Comercial entre Colombia y Estados Unidos de América había fijado aranceles muy bajos para varios productos de importación y ataba de manos al país para definir una política autónoma en el campo del comercio. Este acuerdo había sido firmado a cambio de la exoneración, en Estados Unidos, de impuestos de aduana y domésticos al café y al banano provenientes de Colombia. Pero a medida que el proceso de industrialización avanzaba en el país, los demás productos quedaban en abierta desventaja frente a los importados de Estados Unidos. En consecuencia, la terminación amistosa del tratado se convirtió en un objetivo de la ANDI, ya que obstaculizaba el proceso de industrialización.

Así, los argumentos de la agremiación fueron claves para que el acuerdo quedara sin vigencia a partir de diciembre de 1949. En los años que siguieron se realizaría la primera reforma arancelaria de la posguerra, que elevó significativamente los niveles de protección, y se adoptó una nomenclatura arancelaria moderna.

Por otra parte, la ANDI participaría activamente en 1947 con su delegación en diversas reuniones del Acuerdo General de Aranceles y Comercio (GATT), tratado que Colombia no suscribió en esa ocasión.

Al poco tiempo de su fundación y en los años posteriores, la influencia y prestigio de la ANDI ganaban terreno en la definición de un variado espectro de problemas para los cuales era consultada, como la consolidación de las Empresas Públicas de Medellín como entidad autónoma e integrada de prestación de servicios, la reversión de la Concesión de Mares y la subsiguiente fundación de la Empresa Colombiana de Petróleos (Ecopetrol); la creación de la Corporación para el Desarrollo del Valle del Cauca (CVC); el fomento a la producción de materias primas; el bienestar y mejoramiento de las condiciones de vida de las clases trabajadoras; el problema de la violencia; y la formulación de políticas de comercio exterior y tributarias, para citar algunos asuntos que fueron objeto de su estudio.

Entre los principales logros en sus primeros años de trabajo se destaca el apoyo al surgimiento del Instituto de Fomento Algodonero (IFA) para disminuir las importaciones de la materia prima y orientar la política restrictiva a las importaciones mediante recomendaciones técnicas. Así mismo, en 1948, contribuyó con la creación de la Asociación Colombiana de Administración Científica y aportó estudios para la creación de la Ley 90, que fue el primer estatuto cambiario nacional.

Entre 1957 y 1960, la ANDI respondió a los programas de modernización propuestos por instituciones norteamericanas para mejorar los sistemas administrativos empresariales y fue así como propuso la creación del Instituto Colombiano de Administración (Incolda). Las gestiones de su Presidente, Jorge Ortiz, apuntaron a apoyar la creación del SENA y de las corporaciones financieras privadas, así como el establecimiento de zonas francas. Tal y como lo había propuesto el gremio años atrás, en esta época surgieron en el país organismos para el desarrollo planificado, como el Consejo de Política Económica y Social (Conpes) y el Departamento Administrativo Nacional de Estadística (DANE).

Desde mediados de los años 50 Colombia vivía una conciencia clara, cada vez más extendida entre los industriales, sobre el papel que debían tener las exportaciones y la integración latinoamericana en la expansión de  los mercados y de la producción. La XV Asamblea General de la Asociación, realizada en 1958, apoyó la creación de un mercado común y las gestiones que el gobierno colombiano realizaba con sus homólogos latinoamericanos en este sentido.

El resultado fue la constitución, a finales de la década, de la Asociación Latinoamericana de Libre Comercio (ALALC), apoyada por el Presidente de la ANDI, Alejandro Uribe Escobar. En ella, los países miembros se comprometieron, por medio del Tratado de Montevideo y de la Declaración de Presidentes de Punta del Este (1960), a integrarse en un mercado común latinoamericano, como una de las vías para alcanzar los mejores niveles de desarrollo y fortalecer la participación del sector privado de la región en dicho desarrollo.

No obstante, la permanente inestabilidad de la economía colombiana, particularmente del sector externo, determinada por los altos niveles de inflación existentes (superiores a la media internacional) y la tendencia a la revaluación del peso, no permitía una política clara de exportaciones y los acuerdos latinoamericanos de integración no recibían el impulso suficiente del gobierno.

En el marco de la búsqueda de alternativas que permitieran fortalecer la economía colombiana, la ANDI contribuyó con sus orientaciones al país en las decisiones que se estudiaban. Ya en 1969, el Presidente Carlos Lleras Restrepo se convirtió en el primer gobernante en fijar una estrategia de integración como programa de gobierno, en la reunión que realizó con los presidentes de Chile y Venezuela, y con representantes de Ecuador y Perú.

Este fue el origen de los comités y comisiones encargados de los estudios y aproximaciones que concluirían con la firma del Acuerdo de Cartagena (1969), o Pacto Subregional Andino, en cuya suscripción y diseño la ANDI, bajo la dirección de Luciano Elejalde Jaramillo, tendría una participación activa.

A finales de la década de los 70, además del reto de ingresar en mercados más grandes y competidos, surgió la competencia desleal del contrabando, sumada al narcotráfico y el lavado de activos. En esa época, la región en su conjunto enfrentó una situación de crisis y serios problemas de deuda, que Colombia logró superar sin entrar en una fase recesiva y honró sus compromisos con la deuda externa gracias a que contaba con empresas que se adaptaron rápidamente a la crisis y mantuvieron su confianza y su inversión en el país.

La recesión de los 80

De las épocas difíciles se destacan los años 1981 y 1982, en los que la economía se estancó, la industria entró en recesión y las finanzas del país se desequilibraron, hecho que originó que la política del gobierno y su falta de concertación recibieran una fuerte crítica por parte de los gremios del sector privado, liderados por la ANDI. A estas dificultades se sumó la amenaza de un paro cívico nacional en octubre de 1981, encabezado por centrales obreras, hecho que obligaría al gobierno a reconciliarse con los gremios para conjurar el paro.

Por aquella época, la Asociación, en cabeza de Fabio Echeverri Correa, manifestó su desacuerdo al gobierno, que buscaba la apertura de la economía colombiana sin participación o concertación con el sector privado y sin analizar otro tipo de fenómenos como la economía subterránea, que afectaba particularmente al sector industrial.

Ya desde 1979, la ANDI expresaba el desacuerdo de los industriales con las declaraciones del presidente Turbay ante la Comunidad Económica Europea, proclive a la liberación de las importaciones de Colombia.

En 1985, la Asociación reconoció el esfuerzo del gobierno para que la industria recuperara el mercado interno perdido, el cual arrojó resultados a corto plazo al lograrse un crecimiento del 9,8% en 1984, siendo este el mejor desempeño logrado en esos últimos 15 años. Para ese año, los análisis de la ANDI consideraban que los procedimientos utilizados en las negociaciones adelantadas por el gobierno con organismos internacionales como el Fondo Monetario y el Banco Mundial para reabrirle el crédito internacional al país habían enrarecido el ambiente y generado un clima de incertidumbre que, sumado a otros fenómenos como el aumento en el costo de vida, la inseguridad y el desempleo, habían creado una atmósfera de duda e insatisfacción sobre las posibilidades de crecimiento.

La percepción de la economía por parte de los empresarios se visualizaba cada vez más con ayuda de la ANDI, que, con su Encuesta de Opinión Pública, mostraba la situación que vivía la industria manufacturera en ese momento. Había crecimiento de inventarios y disminución en la demanda de bienes, lo que traía consigo la disminución en las ventas.

No obstante, durante esta época crítica el gremio mostró su solidaridad con el gobierno, al vivir momentos críticos como la toma del Palacio de Justicia en noviembre de 1985 por parte del Movimiento 19 de abril (M-19) y la posterior solución manu militari a la situación, que tanto conmovió a los colombianos y al mundo entero.

Llega la apertura y la internacionalización

Ya en los años 90, la crisis de la industria y las limitaciones del modelo de sustitución de importaciones al comenzar la administración de César Gaviria (1990-1994) se manifestaban en bajas tasas de crecimiento económico, un sector exportador muy pequeño en comparación con el tamaño de la economía, una reducida participación en las exportaciones y una situación preocupante de disminución de la productividad, especialmente en las actividades industrial y agropecuaria. Sin embargo, con la administración Gaviria se tomaron medidas de apertura económica en materia comercial, que significaron un aumento considerable en las exportaciones del país.

En esa época la ANDI, dirigida por Carlos Arturo Ángel Arango, contribuyó con importantes logros. En 1990 concertó con el gobierno el gradualismo de las medidas a tomar para el aceleramiento del proceso de apertura económica y la reducción de gravámenes durante los siguientes años. A ello se sumó, en 1991, el impulso a la creación del Consejo Gremial Nacional (CGN), integrado por 14 gremios representativos del país.

También fue uno de los actores que promovió la Ley 100 de 1993, con la cual se promulgó la creación de los fondos privados de pensión. Durante estos años el país vivía diferentes cambios de transformación social y económica, en los que el gobierno de César Gaviria realizó una verdadera revolución institucional encabezada por la expedición de una nueva Constitución.

Este desarrollo de la nueva Carta Política continuó con las reformas laboral, financiera, de comercio exterior, cambiaria, de seguridad social, aduanas y del Instituto de Comercio Exterior (Incomex); con la transformación de Proexpo en Banco de Comercio Exterior; con la liquidación de Colpuertos y de los Ferrocarriles Nacionales; con el avance en el proceso de privatización de empresas del Estado; y con la simplificación de trámites de importación y exportación.

Ante ello, la ANDI, poniendo la lupa en todos los detalles de estos cambios, siguió los debates de la Asamblea Nacional Constituyente, llevando a cabo estudios sobre aspectos específicos del desarrollo constitucional que se adelantaba y realizando, a su vez, los cálculos económicos para determinar los costos de las reformas.

En su proceso de desarrollo interno es importante anotar que, particularmente en 1995, la ANDI transforma los comités sectoriales en cámaras sectoriales, planteando un nuevo rumbo para la Asociación, y ya en 2000 crea nuevas cámaras que le permiten fortalecer las cadenas productivas de los diferentes sectores de la economía.

Finalizando la década de los 90, en 1999, se inicia el proceso de paz en San Vicente del Caguán, luego de que el gobierno concediera una zona desmilitarizada a las FARC. La ANDI participa activamente en este proceso y brinda apoyo desde su inicio hasta la expedición de la Ley 550 de intervención económica.

Aún cuando en la década de los 90 se alcanzaron logros importantes en el desarrollo de la política de apertura económica, especialmente en lo relacionado con las reformas interinstitucionales y con la agilización de trámites de comercio exterior, existían otros campos de gran relevancia para el desarrollo industrial en los que el país había avanzado muy poco, como los relacionados con la modernización del Estado, la construcción de una eficiente infraestructura física y de transporte, y el logro de una estabilidad macroeconómica.

A finales del siglo XX, la mayor orientación hacia el exterior de las empresas colombianas estuvo acompañada de estrategias que buscaban consolidar su posición competitiva en el mercado nacional e internacional. Fue así como en aras de mejorar su productividad, los industriales ajustaron su estructura de costos, mejoraron su servicio al cliente, desarrollaron nuevas líneas de producción, fortalecieron la investigación de mercados y produjeron bienes de mayor valor agregado.

Durante este periodo, la integración vertical perdió relevancia y las empresas comenzaron a subcontratar parte del proceso productivo, se especializaron en líneas de producción específicas y crearon otras nuevas. En esta época también aumentó la presencia de inversión extranjera directa en Colombia.

Con el cambio de siglo se pasó de la apertura a la internacionalización de la economía. Competir en mercados internacionales seguía siendo el principal reto, más allá del mercado natural que representaban las economías cercanas, con un panorama más amplio. Fue así como Colombia firmó tratados de libre comercio con países que, entonces, representaban más del 65% del PIB mundial.

Para comienzos del siglo XXI, la industria empezó a participar en un escenario globalizado con el reto de ser más competitiva a nivel internacional, apuesta que continúa hasta nuestros días. Hoy, Colombia, consciente de sus competidores internacionales, sabe que otro de sus grandes retos es contar con una industria innovadora. En este contexto, la ANDI, como parte de su misión, continúa trabajando para que la competitividad se logre con una mejor infraestructura en aduanas y puertos, y con estabilidad jurídica.

La ANDI hoy

Desde que el economista Bruce Mac Master asumió la Presidencia de la ANDI en 2013 ha trabajado en la transformación del gremio, para conseguir una mayor contribución a la competitividad del país. Lo primero que hizo a su llegada a la ANDI fue estructurar un plan de direccionamiento estratégico denominado Apuesta Mega 2020, cuyo objetivo central es contribuir a que Colombia sea el país más competitivo de América Latina, alcanzando un crecimiento permanente del PIB empresarial e industrial, y logrando una reducción importante en la informalidad, el contrabando y otras formas de ilegalidad.

Para lograrlo, la ANDI se ha convertido en un actor central en la construcción de políticas públicas y proyectos que mejoren la certidumbre jurídica, cierren las brechas del capital humano y fomenten la innovación y el emprendimiento, todo lo cual está enmarcado en una estrategia de desarrollo social y sostenible.

La Apuesta Mega 2020 está soportada en ocho pilares estratégicos: el reposicionamiento del papel de la empresa, el crecimiento de los sectores representados, la competitividad, la formalización y el control de la ilegalidad, el desarrollo social y la sostenibilidad, la certidumbre jurídica, la internacionalización, la innovación y el emprendimiento.

En cuanto al reposicionamiento del papel de las empresas con crecimiento y competitividad, el primer logro que se ha dado en el último lustro ha sido avanzar hacia un cambio de paradigma que reconozca la importancia del papel del sector privado en el desarrollo del país. Desde la ANDI se ha insistido, ante el gobierno y los principales actores públicos y privados, sobre la necesidad de construir políticas públicas propicias para lograr este objetivo apoyando emprendedores, facilitando la conformación de ecosistemas que le den competitividad al país en las Cadenas Globales de Valor, mejorando las condiciones de infraestructura, simplificando los trámites, creando condiciones tributarias competitivas y, sobre todo, entendiendo que cuando un país se transforma así, lo hace para alimentar la cadena virtuosa del desarrollo y el crecimiento.

El trabajo de la agremiación se ha orientado hacia temas estratégicos, como la implementación de la estrategia Todos Somos Empresa; las publicaciones realizadas como aporte a la construcción de la política de desarrollo productivo con los libros Estrategia para una Nueva Industrialización I y II; la promoción de encadenamientos productivos en sectores como el astillero y el aeronáutico; los aportes al fortalecimiento de la infraestructura, la logística y la movilidad; la creación de la Alianza Latinoamericana Anticontrabando (ALAC); la participación en la discusión de la Ley de Financiamiento, logrando mejores condiciones tributarias para el sector empresarial; el acompañamiento al ingreso de Colombia a la OCDE; la creación del Centro de Estudios Sociales y Laborales (CESLA); el liderazgo en las negociaciones de la Alianza del Pacífico; las iniciativas en biodiversidad, desarrollo y economía circular; la gestión para que el país y sus empresas tengan mejores condiciones en la era digital; la participación en la identificación; y la simplificación de trámites.

En el tema de innovación y emprendimiento, la ANDI está comprometida con el fomento al desarrollo y la cultura de la innovación a través de las iniciativas Innovación Más País y ANDI del Futuro (ADF). La Asociación es consciente de que en el siglo XXI los más competitivos serán los que más inviertan en investigación, desarrollo e innovación, ya que tendrán la facilidad de desarrollar y mejorar el portafolio de productos y servicios.

En este campo, las empresas colombianas están atravesando una verdadera transformación digital: el 68% de ellas tiene acceso a internet, el 34% tiene presencia en la web y el 35% realiza ventas de productos o servicios en línea. El desafío es consolidar estos avances y formar el talento digital, puesto que algunas de las habilidades que la Cuarta Revolución Industrial requiere son la capacidad de solucionar problemas complejos, el pensamiento crítico, la administración y coordinación de personal, la inteligencia emocional, el juicio y criterio para tomar decisiones, la orientación al servicio, las destrezas para negociar y la flexibilidad cognitiva, entre otras.

Otro frente en el que el gremio trabaja de manera exhaustiva es el de los retos que impone el futuro inmediato, teniendo en cuenta que el mundo se transforma cada vez más rápido y que ya se está gestando la Quinta Revolución Industrial, cuyos protagonistas serán los innovadores de la ANDI del Futuro, una red de emprendedores que cuenta con 320 empresas y presencia en seis regiones del país. Son empresas diversas, dinámicas e innovadoras que buscan generar valor para el país, no solo en lo económico, sino en términos sociales y ambientales.

Es así como el desarrollo social y sostenible es un pilar fundamental en el plan estratégico de la ANDI, que fija como propósito hacer sostenibles a las empresas. La Asociación reconoce la importancia que el tema medioambiental tiene para la agenda empresarial y el desarrollo del país, y desde la Vicepresidencia de Desarrollo Sostenible impulsa el liderazgo empresarial en materia de sostenibilidad y crecimiento verde del país.

El plan de acción en este punto se centra en seis áreas, que son: ordenamiento y biodiversidad, gestión integral del recurso hídrico y mejora de la calidad del aire, economía circular, cambio climático y economía baja en carbono, mejora del sistema de evaluación de impacto ambiental y gestión de sustancias químicas.

En cuanto a la gestión de la biodiversidad, el sector productivo trabaja en conjunto con organizaciones estatales y actores de la sociedad civil en iniciativas como el proyecto que promueve la conectividad entre los Andes y el Amazonas y el proyecto Caribe, con énfasis en el bosque seco y la conectividad entre áreas protegidas en Bolívar, Sucre y Córdoba.

Otra iniciativa en este campo es la de Responsabilidad Extendida del Productor (REP), que ha permitido la creación, bajo el liderazgo de la ANDI, de los ocho programas colectivos posconsumo de residuos más importantes del país. Dentro de los retos que demanda la gestión de sostenibilidad se destacan las acciones de restauración, protección y uso sostenible de la biodiversidad; la mejora y mayor certidumbre en las reglas para la evaluación ambiental; las estrategias para reducir la contaminación atmosférica en zonas urbanas; la creación del marco para la gestión de las sustancias químicas industriales; y las acciones para reducir la huella de carbono sectorial.

Todo este andamiaje sería insostenible sin reconocer la función social y no solo económica que tienen las empresas en el desarrollo, lo que ha llevado a la agremiación a concebir enfoques desde los cuales abordar estratégicamente la participación del sector privado en los nuevos escenarios nacionales y regionales, que demandan acciones que contribuyan a incluir cada vez más aquellas poblaciones históricamente rezagadas de los beneficios del desarrollo en términos no solamente económicos, sino también sociales, ambientales y culturales, buscando un mayor bienestar de la sociedad.

De esta manera y durante 24 años, la Fundación ANDI, bajo el liderazgo social de sus empresas y de múltiples aliados de la sociedad civil, el Gobierno y la cooperación nacional e internacional, ha trazado una ruta para consolidar un país más incluyente y reconciliado.

En la cristalización de esta visión, el gremio acompaña a las empresas de la Fundación ANDI y a las entidades afiliadas a la Asociación en su fortalecimiento para resolver desafíos sociales como parte integral de su modelo de negocio, y a crear nuevas oportunidades, mediante diversas modalidades de inclusión social, para poblaciones y territorios históricamente excluidos de los beneficios del desarrollo.

Esta estrategia, que ya suma 200 empresas, beneficia en conjunto a más de 6.000 personas en 50 municipios de 20 departamentos del país. Para la Fundación ANDI, el sector privado tiene hoy, como nunca antes, el reto de ser un actor protagónico en la construcción de entornos y mercados estables y favorables para los negocios, en la generación de mayor demanda de bienes y servicios para las empresas, y en poder acceder a mano de obra mejor calificada.

Para lograrlo, debe enfocarse en uno de los mayores retos del posconflicto: incluir a poblaciones y territorios tradicionalmente excluidos de las dinámicas de crecimiento económico (víctimas, población en situación de pobreza, reintegrados de los grupos armados ilegales, discapacitados, minorías y fuerza pública retirada).

En su compromiso por trabajar por la inclusión, la ANDI ha desarrollado las estrategias Vamos Colombia, una herramienta de voluntariado corporativo para la construcción de confianza y reconciliación, y el Movimiento IN, plataforma de identificación y reconocimiento de las empresas más ejemplares en la inclusión de la población vulnerable. Todo esto con el propósito de hacer de Colombia una economía competitiva, inclusiva, sostenible y que genere bienestar para toda la población.