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junio 14 de 2022
De la pandemia a la nueva realidad

Después de haber pasado por un período de pandemia durante el cual hubo necesidad de cerrar servicios y destinar recursos para dotar la prestación de servicios de equipos e infraestructura requerida para atender la emergencia, son muchos los retos a los cuales se enfrentan las clínicas y hospitales y, en general, todas las entidades de prestación de servicios de salud.

Nos encontramos inmersos en un ecosistema que, por un lado, depende de cómo le vaya al país en su desempeño integral para poder asignar los recursos suficientes para la operación del sistema de salud, y, por otro, de un entorno que evoluciona a pasos agigantados y le lleva nuevas herramientas a los usuarios para poder acceder a los servicios y a las entidades para prestar mejores y más eficientes servicios.

En este marco, durante los próximos meses y años las IPS deberán solucionar muchos dilemas. En lo financiero, con unos recursos que cada vez se muestran más escasos para atender el amplio plan de beneficios que otorga nuestro sistema de salud, con unas entidades que observan que la prima de aseguramiento se queda corta para cubrir dicho plan, con un usuario cada vez más informado, con un entorno en el cual son más los derechos que los deberes y no se estimulan ni el autocuidado ni la prevención, y con un desarrollo científico y tecnológico que le imprime una gran carga financiera al sistema, se hace obligatorio pensar en formas de administración más eficientes; en una analítica de información que permita anticiparse a nuevas realidades y en nuevas formas de relacionamiento entre los diferentes actores, con lo cual se logre garantizar un flujo adecuado de recursos para imprimirle el dinamismo que requiere este nuevo momento.

Es clara la evolución que ha tenido la carga de la enfermedad en nuestro país, al pasar de un perfil epidemiológico concentrado en enfermedades transmisibles y trauma a uno en el cual predominan las enfermedades crónicas, propias de una economía en crecimiento, donde la migración hacia el desarrollo se ve reflejada en sedentarismo, malas formas de alimentación, estrés y cargas laborales y emocionales que no dan tiempo suficiente para el autocuidado. Las IPS ven un reto en este cambio al tener que evolucionar al mismo ritmo de lo que muestra el perfil tanto demográfico como epidemiológico en donde, adicionalmente, el envejecimiento requiere de una forma diferente de prestación de servicios.

La formación del talento humano requerido para responder a estas nuevas realidades necesita de una alta dosis de interacción entre los sectores académico y de salud. Desde los análisis realizados en el año 2000, con los estudios de modelo de oferta y demanda de recurso humano en salud y el Plan de Largo Plazo para el Desarrollo y Fortalecimiento de los Recursos Humano en Salud, del Ministerio de Salud, se observaba que llegaría un momento en que el cambio en el modelo de atención requeriría de una formación diferente y de una interacción muy estrecha de los dos sectores para responder a los nuevos requerimientos. En tal sentido, la formación de médicos de familia, nuevos perfiles técnicos y algún recurso para las regiones más distantes del país se hace obligatoria, y solo el trabajo conjunto de unas IPS más cercanas a la universidad mostraría resultados.

Por su parte, la pandemia sirvió para demostrar que sí pueden ofrecerse alternativas diferentes para atender a los usuarios que cada vez buscan más y mejores formas de acceder a los servicios de salud. Haber pasado de unos miles a millones de consultas mensuales por telemedicina obliga a replantearse muchas cosas. El usuario busca que el servicio vaya hasta donde él se encuentra, y no tener que desplazarse sino para lo absolutamente necesario y, adicionalmente, busca que pueda llegar hasta su hogar y no se le obligue a gastar su tiempo en filas o desplazamientos.

Este es un gran reto para todos los actores del sistema, en el cual –adicionalmente de la mano del Estado– se deberán desarrollar procesos regulatorios que faciliten la interoperabilidad entre las entidades, acompañados de toda una inversión por parte de las IPS en acciones que garanticen que la confidencialidad de la información de los pacientes está salvaguardada y que, aunque no inmune a cualquier tipo de ataque, por lo menos disminuya la vulnerabilidad a la cual se enfrentan los sistemas actualmente.

Sólo haciendo frente a este tipo de retos de una forma innovadora se garantizará que se pueda responder de una manera responsable con el servicio de calidad que actualmente se ofrece y que, adicionalmente, ha atraído a pacientes de otros países a hacerse sus tratamientos en nuestro país.

CARLOS EDUARDO JURADO: Director de la Cámara Sectorial de la Salud de la ANDI