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diciembre 1 de 2021
Escenciales de capitalismo conciente

Lo que va a trascender es que, como ya lo han hecho miles de empresas en Colombia, todo el sector empresarial asuma una visión de los negocios más alineada con las necesidades y exigencias del siglo XXI.

El remezón ocasionado por la pandemia y los estallidos sociales de los últimos años nos han dado una excusa para reflexionar sobre la vulnerabilidad del mundo en el que vivimos y el rol que desempeñamos en este.

Una de las conclusiones más evidentes es que, si bien solucionar los retos globales que enfrentamos requiere atención de toda la sociedad, el sector empresarial en particular tiene una capacidad inmensa para liderar acciones que nos conduzcan a un mundo mejor.

Y aunque durante décadas hemos venido conversando sobre los grandes cambios del mundo empresarial, que ha venido migrando de una visión centrada en los accionistas a una gestión enfocada en sus grupos de interés, el mencionado remezón nos ha demostrado que esta transformación es aún más urgente de lo que intuíamos.

Para aportar en esa conversación tuvimos la presencia de R. Edward Freeman en el más reciente Congreso Empresarial Colombiano. Allí este académico, reconocido por su trabajo alrededor de la teoría de los stakeholders o grupos de interés, y promotor de múltiples iniciativas de negocios responsables, destacó los cuatro principios de lo que Raj Sisodia y John Mackey llamaron “capitalismo consciente”:

  1. Propósito elevado: La visión de lo que la empresa quiere hacer en el mundo. El reconocimiento de que un negocio existe para satisfacer necesidades humanas y generar impactos positivos en la sociedad, por lo que debe crecer a través de su propósito y no a pesar de este.
  2. Integración de grupos de interés: Liderar una empresa consciente implica entender que todos los negocios crean o destruyen valor para sus stakeholders, y que estos son interdependientes, lo que hace necesario mantener los intereses de todos en armonía, fluyendo hacia la misma dirección y favoreciendo las relaciones, no las transacciones.
  3. Liderazgo consciente: Aquel basado en el sentido de servir, que hace suyo el propósito elevado del negocio, inspira a otros a crear valor el mundo y ejecuta acciones que reflejan coherencia entre lo que piensa, dice y hace dentro y fuera de su organización.
  4. Cultura consciente: Una empresa consciente transmite valores, principios y prácticas que derivan en una forma de operar que honra un propósito elevado. Genuinamente genera confianza, identificación, orgullo y lealtad entre sus grupos de interés y la sociedad en general.

Muchos de los elementos que constituyen estos principios ya son familiares para las organizaciones que han venido trabajando en estrategias de sostenibilidad, negocios verdes e inclusivos, inversión social responsable y creación de valor compartido, entre otros.

Sin embargo, como lo señaló Freeman, el diseño final del movimiento no es lo importante. Lo que va a trascender es que, como ya lo han hecho miles de empresas en Colombia, todo el sector empresarial asuma una visión de los negocios más alineada con esos principios y, por ende, con las necesidades y exigencias del siglo XXI.

Lo anterior no implica una dicotomía entre el propósito y las ganancias, sino todo lo contrario. Es dejar atrás la idea de que perseguir uno significa sacrificar el otro, reconociendo que ambos son indispensables y que a todos nos conviene una sociedad más sana, próspera, equitativa y sostenible.

Para lograr estos objetivos estamos llamados a trabajar bajo estos principios de manera colaborativa con el fin de que, como sector privado, generemos un mecanismo virtuoso que nos permita entregarle al mundo todo el impacto positivo que las empresas están en capacidad de dar.