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agosto 24 de 2020
2020 un año de recesión

Los pronósticos de diferentes analistas arrojan este año tasas de crecimiento para Colombia que van desde -2,5% hasta niveles cercanos a -8%.

Por Imelda Restrepo, Vicepresidente de Desarrollo Económico y Competitividad de la ANDI

A finales de 2019, a pesar del ambiente volátil e incierto, Colombia mantenía su posición como economía promisoria entre las economías emergentes y estábamos en una fase de recuperación. Hoy, seis meses después, el mundo cambió dramáticamente y no hay grandes interrogantes sobre cómo caracterizar este 2020. Estamos en recesión. Los pronósticos de diferentes analistas arrojan este año tasas de crecimiento para Colombia que van desde -2,5% hasta niveles cercanos a -8%, donde la severidad de la contracción depende de la longitud de la crisis y de las medidas que se adopten para amortiguarla.

Es evidente que el aislamiento obligatorio se traduce en un fuerte impacto sobre la actividad económica. Los primeros datos así lo reflejan. En el primer trimestre, el PIB aumentó 1,1%, nivel mucho menor al observado en 2019, afectándose la tendencia hacia una recuperación que venía registrando el país.

Por sectores, nueve de las catorce actividades presentaron crecimiento positivo, ocho de ellas por encima del promedio de la economía, destacándose el buen desempeño del sector agropecuario, que creció 6,8% en el primer trimestre de 2020. Por el contrario, se registraron caídas en construcción (-9,2%), alojamiento y servicios de comida (-7,5%), entretenimiento y recreación (-3,2%), minería (-3,0%) e industria manufacturera (-0,6%). Estos sectores representan el 29,7% del PIB y generaron en 2019 el 35,6% del empleo total de la economía.

Un preocupante resultado de la situación recesiva que atraviesa la economía está en su impacto sobre el empleo. En abril, la tasa de desempleo se ubicó en 19,8%, el nivel más alto desde que el DANE publica los datos de la GEIH (enero de 2001). Los ocupados a nivel nacional disminuyeron en -5.371.000 (-24,5%), una cuarta parte de la población ocupada que había en abril de 2019.

Sin desconocer que la situación actual es muy compleja, que el país no ha atravesado una crisis de esta magnitud y que el segundo trimestre del año será el más difícil, el país continúa mostrando unos resultados menos críticos que la mayoría de las economías emergentes. Algunos indicadores: el tema sanitario se ha logrado contener, la economía logró una tasa bajita pero positiva en el primer trimestre y, a pesar de las dificultades, se ha desarrollado un trabajo conjunto entre el sector público y el sector privado.

Este parte de relativo optimismo no implica que no sea necesario tomar acciones urgentes para evitar replicar la duración del impacto negativo de crisis anteriores. Todo lo contrario, las medidas de reactivación son una necesidad urgente para evitar el cierre de empresas, la pérdida del aparato productivo –que toma varios años en recuperarse–, una dramática reducción en los patrimonios e ingresos de los hogares con un posible tránsito de la población de la clase media hacia niveles de pobreza y la pérdida de empleos, entre otros.