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agosto 23 de 2019
Un gremio comprometido con la promoción del diálogo social para garantizar el trabajo decente

La celebración de los 75 años de la ANDI es una ocasión muy oportuna para reflexionar sobre el impacto que las actividades relacionadas con el emprendimiento y la innovación del sector privado organizado tienen sobre el conjunto de la sociedad, en aspectos sustanciales como la creación de empleo y la mejora en la productividad.

Desde aquel 11 de septiembre de 1944, cuando 25 forjadores de empresas se reunieron en Medellín para suscribir el acta de constitución de esta organización gremial, haciendo lo propio en Bogotá dos días más tarde, con la participación de 19 representantes de firmas con sede en la capital, la ANDI ha tenido como sello de identidad institucional el fomento de la actividad económica nacional a partir de la innovación, adaptándose a los diversos desafíos que en cada época exigen las tendencias globales.

Si bien su naturaleza gremial es la de representar la vocería del empresariado colombiano, hay que destacar su vocación social en la mejora de las condiciones de vida de los trabajadores del país. Su participación en ese sentido ha sido notable; por ejemplo, en la campaña que promovió para la construcción de vivienda obrera en 1952 o el apoyo que brindó en 1954 a la creación del régimen de subsidio familiar. Y claro, ha sido a través de sus quince lustros de accionar gremial un motor importante para la generación de empleo y un interlocutor válido no solo para el Estado colombiano, sino también para las organizaciones sindicales, en la búsqueda de lograr consensos para mejorar las posibilidades y condiciones de los trabajadores, y para optimizar la productividad nacional.

En ese sentido, la ANDI ha sido un gremio protagónico no solo en la modernización de los procesos productivos del empresariado colombiano, sino también en la adaptación a las tendencias económicas por las que ha atravesado el mundo. Hace 75 años, cuando se sentían aún las consecuencias de la Segunda Guerra Mundial, las empresas miraban fundamentalmente el mercado interno. De manera pausada se hizo el tránsito del modelo de sustitución de importaciones hacia uno de apertura comercial, poniendo la mirada en las oportunidades de negocio en el exterior. En la década de 1980, América Latina debió enfrentar una crítica situación económica derivada, entre otros factores, de la deuda externa. Colombia, en ese contexto,

logró sortear la crisis honrando sus compromisos con la banca multilateral, sin entrar en cesación de pagos. No obstante, aparecieron fenómenos como el contrabando, el narcotráfico y el lavado de activos, que distorsionaron la actividad económica. Aun así, el empresariado del país ha dado muestras contundentes de su capacidad de sobreponerse a las diversas crisis, manteniendo su confianza y la inversión para no dejar decaer la productividad.

El último tramo del siglo XX está caracterizado por un periodo de apertura comercial en Latinoamérica y, en lo que concierne a Colombia, se estrena una nueva Constitución, que conlleva reformas institucionales que van a incidir de manera sustancial en la irrupción de nuevas dinámicas económicas y productivas. En consecuencia, el sector de las exportaciones comienza a tener mayor dinamismo y, de esta manera, se convierte en factor clave en el auge de un importante número de empresas nacionales. Ello, por supuesto, ha generado mayores retos para el renglón productivo del país, por cuanto la competencia es cada vez mayor, lo que exige reinventar los modelos de negocio, proyectar Cadenas Globales de Valor, estar innovando permanentemente y asumir factores externos que deben incorporarse en las estrategias empresariales, como el respeto a los derechos humanos y el cuidado del medio ambiente.

A ello hay que agregar la transformación tecnológica en el mundo laboral con la irrupción de la denominada inteligencia artificial, que está reconfigurando las relaciones del trabajo, la protección social y la pertinencia educativa, entre otros aspectos.

Por un concepto compartido de empresa, sociedad y nación

Como queda reseñado, el empresariado colombiano con el liderazgo de su organización gremial, la ANDI, ha logrado, con altas dosis de eficiencia y creatividad, adaptarse a los complejos cambios de la economía internacional.

Ello exige, igualmente, posibilitar consensos en el ámbito interno para lograr entornos de entendimiento entre Gobierno, trabajadores y empresarios. La controversia, nutrida de argumentación cada vez más rigurosa, irá cimentando una opinión pública cualificada y permitirá ir decantando también determinados consensos políticos.

El reto, en consecuencia, es articular ámbitos de diálogo que sean igualitarios y libres, donde se pueda deliberar ampliamente y en los que se reconozca además el valor de los otros como interlocutores válidos. En este sentido, el Gobierno Nacional, a través del Ministerio del Trabajo, tiene como una de sus prioridades dinamizar el diálogo social entre trabajadores y empresarios, no solamente para auscultar la problemática laboral del país, sino para concretar acuerdos que viabilicen la generación de empleo y la optimización de la productividad nacional. En ese marco de acción, la ANDI constituye un actor determinante en el ejercicio reflexivo para la contribución al debate.

Para el Gobierno Nacional, el diálogo soc+ial cumple un papel protagónico. En lugar de la polarización, la estigmatización o el señalamiento mutuo, debe construirse un espacio de diálogo y búsqueda común para crear un concepto compartido de empresa, de sociedad y de nación. Estamos promoviendo, en consecuencia, un nuevo pacto social para avanzar en la concreción

de acuerdos en materia de formalidad en el empleo, productividad, salarios y seguridad social. Esto se ha materializado en diversos escenarios, y tal vez el más relevante es la Mesa de Concertación Laboral, que a diferencia de lo que sucedía tradicionalmente, en este Gobierno sesiona regularmente y no solo a fin de año, para deliberar sobre el incremento del salario mínimo. Más aún, el presidente Iván Duque es el primero en la historia en hacerse presente en una sesión de esta Mesa de Concertación. Recordemos que este proceso de diálogo rindió frutos inmediatos en el mayor incremento real del salario mínimo de los últimos 25 años, gracias a la concertación tripartita de trabajadores, empresarios y Gobierno lograda en el marco de la Mesa.

De esta manera, en lo que lleva este Gobierno, nos hemos propuesto dinamizar la interlocución con empresarios y sindicatos para lograr, de manera consensuada, promover las condiciones que permitan generar empleo de calidad, reducir la informalidad, ampliar la formación técnica para el trabajo, ofrecer mejores condiciones laborales, simplificar los trámites y optimizar la gestión de calidad en el servicio público.

Diálogo social para avanzar en trabajo decente en Colombia

Dentro de este propósito nacional, una de las políticas de mayor anclaje y alcance social en el país es la de generar las condiciones óptimas para lograr que en Colombia se haga realidad el concepto de empleo decente.

No se trata de mera retórica sino de un propósito del Gobierno Nacional para dar respuesta a la precarización de las condiciones de trabajo y a las desigualdades generadas por diversos factores. Propendiendo por elevar las condiciones dignas de los trabajadores se logra avanzar, en forma sustantiva, en la construcción colectiva de una sociedad democrática concebida a partir de la dignificación de la vida de sus habitantes y sustentada en valores como la equidad, la inclusión, la cohesión social, la garantía de sus derechos fundamentales y la posibilidad de que la modernidad en Colombia no se siga postergando.

En la concreción de esta agenda que nos hemos propuesto, la ANDI es un excelente aliado por su compromiso para contribuir de manera proactiva al crecimiento y fortalecimiento empresarial, dando impulso al emprendimiento como motor de desarrollo económico de forma sostenible, y como promotor además de la mejora de condiciones para elevar la productividad nacional.

Contar con el decidido aporte de la ANDI nos posibilita desarrollar conciencia sobre la importancia de generar trabajo digno y decente en todo el territorio nacional. Es, en definitiva, un apasionante desafío por contribuir de manera efectiva a la modernización y a la modernidad de Colombia, en un momento crucial en que debemos apostar por mejorar los índices de bienestar social en el país.

Alicia Arango Olmos, Ministra de Trabajo